Alfarería Tito

Una exploración constante entre los procesos tradicionales y la creación original

Entrevista a Juan Pablo Martínez (TITO).

Alfarería TITO es un oxímoron en sí mismo. La arcilla que pasa por las manos de estos artesanos se convierte en piezas de una fuerte tradición transgresora. En sus figuras y mensajes, conviven 6000 años de historia artesanal y una visión radicalmente actual del trabajo del artesano como artista.

Por Equipo Citā Septiembre 06, 2021

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Juan Pablo lleva el TITO como heráldica familiar. Una tradición que acoge en su tercera generación, nieto de TITO, creador en 1965 de la Alfarería TITO, e hijo de Paco TITO, su sucesor. Como buen artesano alfarero, nació en Úbeda, Jaén, donde recibe diariamente la visita de turistas y curiosos que quieren conocer el trabajo de un taller que suma dos Premios Nacionales de Artesanía (2006 y 2012).

«El artesano, cuando trabaja como artesano, en el sentido tradicional, trabaja para complacer al cliente. Y cuando trabaja como artista, como creador, trabaja más para complacerse a sí mismo». Este pensamiento es fundamental para entender la trayectoria de esta alfarería. Una exploración constante entre los procesos tradicionales y la creación original, que le ha dado a sus piezas una identidad única y reconocida entre la alfarería ubetense.

Te criaste prácticamente en un taller. ¿Cómo influye eso en tu forma de trabajar?

Al criarte en un taller estás viendo creatividad desde que eres chico. Por aquí siempre ha habido de paso gente de la pintura, así como de intelectuales. Has visto desde pequeño que tu padre o tu abuelo hacían cosas creativas y cómo pintores como Cayetano Aníbal o Bonillo dejaban también su huella a través del dibujo sobre las piezas que ellos creaban. La verdad es que eso te seduce, inevitablemente.

En mi caso, desde muy pequeño empecé a tomar conciencia de estar en un mundo mágico, de creación y, sobre todo, de transformación. Eres consciente desde el principio del barro que no es absolutamente nada, hasta la obra final que tiene mucho de técnica, de corazón y de impregnación del ser humano que ha estado tratando esa materia.

Barro clásico, cerámica contemporánea.
Barro clásico, cerámica contemporánea.
Barro clásico, cerámica contemporánea.

No parece que sea el caso, pero ¿alguna vez alguien te intentó desanimar para dejarlo?

No, en este taller hemos vivido los años ascendentes. Creo que ahora soy yo el factor desanimador con respecto a mis hijos, o más bien, una visión menos romántica y más pragmática, realista y materialista, porque, aunque sabes que es un mundo acogedor, que te llena mucho, también sabes las limitaciones económicas que tiene el sector.

En una entrevista a Antonio Ignacio, pareja de Hisae [Hisae Yanase, ceramista cordobesa de origen japonés fallecida en 2019], él decía que ellos habían separado su parte alimenticia de la creativa, por un lado, lo que le da dinero para comer y, por otro, lo que le da libertad para crear.

Sé que es poco romántica la historia, pero ahora sería más pragmático. Si un hijo me dice, quiero ser mago o bailarín, reconozco que hay un contacto con los demás que es sobrecogedor, pero también conozco las limitaciones económicas y la inestabilidad. Supongo que lo hace la vejez. Aunque, al final, cuando hay que coger un camino, hay que dejarse llevar por el corazón y no por la cabeza.

Tito, ¿cuáles han sido tus principales influencias?

A través del análisis que muchas veces hace mi padre del trabajo, veo que me ha influido mucho toda la parte arqueológica, el contacto con los restos, los fragmentos de cerámica antigua, la cerámica ibérica, la cultura micénica. Me ha influenciado mucho toda la expresión más elemental, más primitiva. Las primeras estrellas dibujadas en cerámica nos dicen que ahí ya había un ser que estaba mirando al cielo y cuestionando que está dentro de un espacio o cosmos. Esa estrella que Miró iba a repetir tantas veces. O una figura humana en cuatro trazos, demostrando el inicio de la necesidad de esquematizar. Todo ello me influye mucho por su sencillez y, a la vez, por su trascendencia.

Botijo imposible, Pájaro postcubista, Chupacharcos, Bomba de poesía.
Botijo imposible, Pájaro postcubista, Chupacharcos, Bomba de poesía.

¿Estaría ahí la singularidad de tu trabajo?

Mi padre siempre me ha transmitido dos componentes: un conocimiento rico y riguroso de la tradición, una interiorización férrea de lo que era la ergonomía de lo artesano, aunada con la libertad valiente de jugar con ese lenguaje artesano. Lo que nos identifica es que tenemos mucho conocimiento del oficio y admiración a la obra del pasado, pero también hay un concepto muy hippie, muy libre, de la interpretación de esa semántica. Aprende el idioma primero, y luego tienes la potestad de innovar. La impresión que se lleva nuestro receptor final del producto que coge es la de que, aunque pueda parecer tener un aspecto punki, también tiene en sus manos una pieza con más de 6000 años de discurso dentro. Lo que nos hace singulares es esa valentía de innovación y la reverencia del pasado, tal y como lo sintetiza Juan Ramón Jiménez, “Raíces y alas”.

« El mundo de la cerámica se resume en la fragilidad. Se cae y se rompe. Y, al mismo tiempo, es un material muy duradero. Hay una vocación de eternidad. Vivirá siempre y, sin embargo, como objeto es muy frágil

¿Qué da significado a tu trabajo? ¿Dónde encuentras esos momentos de conexión?

El mundo de la cerámica se resume en la fragilidad. Se cae y se rompe. Y, al mismo tiempo, es un material muy duradero. Hay una vocación de eternidad. Vivirá siempre y, sin embargo, como objeto es muy frágil. Los que lo construimos somos personas, todo nuestro andamiaje de eternidad, nuestras fortalezas, nuestras fronteras, están ahí. Pero luego un virus es capaz de arrasar con la Piedad de Miguel Ángel o la cúpula del Vaticano, y desaparece con un estornudo. Esas contradicciones son muy bonitas, nos dan una ilusión de pena y alegría. Una grandeza, un intimismo y una sensación de fragilidad, como el tiempo. Dicen que eterno es aquello que solo se vive una vez. Esa fugacidad que ya se está yendo, que ya ha pasado. Ahí está lo bonito.

Desde el viejo Egipto a la tradición católica, al primer hombre o la primera mujer se les ha representado de barro. Tratan de explicar que, el hombre se humaniza en el momento en que domina la técnica del barro, de la cerámica. Y en el momento en el que el hombre no tiene la necesidad de cazar para subsistir, puede invertir ese tiempo en otros menesteres, como la observación del entorno. Tras esta reflexión, pienso que el paso más importante está en el torno porque sintetiza muchas cosas: el giro constante de las galaxias, el movimiento de traslación de la Tierra, pero también por la dificultad de su uso. Respecto a esto, en mi tesis doctoral lo conecto con Heidegger, quien cuestionó que todo es mentira y postuló que, quizás, solo hay cuatro momentos en los que eres realmente. Todo lo demás es artificio, máscara e interpretación. Sin embargo, en el torno ocurren muchas veces esos momentos de autenticidad. El budismo analiza en profundidad este concepto, el momento en el que dejas de ser y te conviertes en puro sentimiento. En el torno, aunque hay una disciplina muy monótona de aprendizaje, una vez interiorizado, es como surfear o esquiar, vas deslizándote por un sueño. Por eso creo que el torno es un medio de expresión muy interesante.

¿Qué trabajos recuerdas que te hayan marcado particularmente?

Los botijos que se hicieron para la Fundación Federico García Lorca. Fue muy gratificante. Aparte de por el sentido material de la pieza, era el universo que llevaba consigo. Me dio la oportunidad de entrar a la residencia de estudiantes, de conocer a Laura García Lorca, de entrar en contacto con objetos que había tocado Federico, que te hacían partícipe de una historia, de una añoranza. También me permitió conocer a Enrique Morente, que compuso una canción para la exposición de los objetos de la Huerta de San Vicente. Compuso una canción para que sonara en la cocina para la gente que veía los botijos que nosotros hicimos. En el proyecto también había un diseñador mexicano: Pedro Reyes. Estaba Xavier Claramunt. Mucha gente. Este será uno de los trabajos que nunca olvidaré.

Piezas destacadas.
Piezas destacadas.
Piezas destacadas.
Piezas destacadas.

En ese proyecto fueron muchos los creadores que participaron. ¿Cómo ha sido tu experiencia con el ámbito de la colaboración?

En general buena. También he colaborado con directores de cine y directores de arte. Al saber ellos lo que van buscando para la escena, nosotros debemos de trabajar como artesanos dándoles las piezas que buscan. Aquí el trabajo es más artesanal que creativo.

Lo habitual es que realicemos colaboraciones con aquellos profesionales con los que hemos tenido un contacto previo y haya existido feeling entre ambas partes, porque eso permite trabajar cómodamente y en sintonía. Actualmente estamos realizando un proyecto de gran interés para el restaurante El Cenador de Amós, del chef cántabro con tres estrellas Michelin Jesús Sánchez. Supone volver a llevar la cerámica a su origen primitivo: el de servir la comida. Son piezas concebidas para algo tan prosaico, pero al mismo tiempo tan esencial como es la comida, pero pudiendo ser ofrecida con dignidad y de manera única.

¿Con quién te gustaría colaborar?

Con Miquel Barceló tiene un concepto de la cerámica muy primitivo, muy africano. Una cerámica que a veces ni siquiera está cocida, como el adobe. Y sus dibujos: también muy primitivos. A mí encanta. Una colaboración que me encantaría seria con el arquitecto Rafael Moneo del museo arqueológico de Mérida. Sería una pasada de colaboración. O con su hija, Clara Moneo, que trabaja en un estudio de arquitectura junto con Valerio Canals, pareja del diseñador de moda Moisés Nieto con el que hemos colaborado recientemente para la elaboración de los complementos de joyería que llevó a la pasarela Fashion Week.

En Literatura, con Joaquín Sabina. La escritura nació sobre barro. Es el soporte que permanecerá cuando todo desaparezca. Los libros y el papel se extinguirán antes. Los cd-rom y otros soportes serán más inestables que las tablillas sumerias que tienen 5000 años. A Sabina se lo propusimos, pero como tiene siempre cien mil proyectos en marcha, todavía no hay nada. La propuesta es Palabras de barro.

Como marcas, siempre me ha gustado mucho Camper, me parece que es una marca que ha evolucionado muy bien. De artesano a gran marca, sin perder la elegancia del primero. Da gusto. No han perdido la identidad. Me atrae mucho la trayectoria que han tenido. Lo que pasa es que calzado y cerámica lo veo complicado, pero se puede colaborar en la decoración de una tienda.

La cerámica como complemento de moda
La cerámica como complemento de moda
La cerámica como complemento de moda

¿Qué te gustaría que te deparara el futuro?

Me gustaría tener un pedido de un actor de Hollywood. De Brad Pitt. De George Clooney. Entrar en Hollywood. El cine me apasiona. Parezco un crío chico, pero es verdad. Tiene la fuerza de transformar una marca.

A mí, para el futuro, me gustaría tener soltura económica como para que alguien se encargara de vender y gestionar el dinero, y yo solo me dedicase a crear. Poder separar esos dos campos me gustaría. También es interesante vender y conocer al cliente definitivo de la obra y explicársela. Esa interacción es muy bonita. Pero me gustaría hacerlo cuando te apetezca de verdad. La verdad, la situación que hemos tenido hasta ahora es bastante ideal para un artesano. Quizá me gustaría tener un poco más de holgura económica. Una cantidad de exportación más continua que cubriera los gastos y poder hacer una obra más libre.

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